16/8/06

Las bestias


Ronaldo Menéndez. Las bestias.
Lengua de Trapo. Madrid, 2006.



Claudio Cañizares, un profesor de Instituto que cría un cerdo en la bañera de su destartalada casa cubana y prepara su tesis doctoral sobre la oscuridad, descubre que en la ciudad hay dos hombres que quieren matarlo.

Ese es el punto de partida de Las bestias, una novela corta que publica Lengua de Trapo en su colección Nueva Biblioteca.

Es la segunda de las publicadas por Ronaldo Menéndez (La Habana, 1970), licenciado en Historia del Arte, como su personaje, y con algunos premios importantes, como el Casa de las Américas en 1997 o el Lengua de trapo en 2002, por sus libros de relatos.

Como en un memorable cuento de Hemingway, maestro del iceberg, del ritmo narrativo y de los diálogos fluidos, hay aquí también unos asesinos y una venganza inminente. Y una diferencia: en el relato de Hem, la víctima sabía por qué le buscaban los matones. Aquí, no. Parece que debe de ser el único, porque cualquier lector atento lo sabe desde el principio. O cree que lo sabe, porque la trama está llena de pistas falsas y toma un giro inesperado y retroviral al final de la novela.

Una novela, digámoslo ya, que se lee con ritmo trepidante y creciente interés. Sus poco más de ciento veinte páginas transcurren vertiginosamente, en medio del exceso, del humor cruel e hilarante y de una incertidumbre bien manejada en torno al protagonista y al puerco doméstico, a un negro y a una rubia.

A ese elenco de actores hay que añadir la figura del narrador: el escritor gordo y traficante de armas y de otros objetos. Es sólo uno de los narradores, mejor dicho: el de la primera parte (La trama), porque la segunda la relata el protagonista en forma de diario.

La agilidad en el cambio de perspectivas narrativas, la habilidad en el uso de los saltos temporales y la fluidez de los diálogos hacen de Las bestias una narración divertida de muy fácil y amena lectura pese a la incorporación de una técnica compleja y depurada.

Dueño de una prosa eficaz que se desenvuelve con enorme soltura, Ronaldo Menéndez demuestra su pericia narrativa sobre todo en el manejo de la estructura, de la construcción de la trama en secuencias cortas y ágiles, organizadas con la técnica del montaje cinematográfico y con una precisión que revela que el autor controla la historia al milímetro, incluso para guardarse en la manga el as de la sorpresa final.


Santos Domínguez