16/10/07

Filosofías del mundo



David E. Cooper.
Filosofías del mundo.
Traducción de Carmen García Trevijano.
Cátedra. Teorema. Serie mayor.
Madrid, 2007.


Sobre un juego de palabras, el de la dilogía del título, se construye este espléndido Filosofías del mundo de David E. Cooper que publica Cátedra en su colección Teorema. Lo explica así el autor en su Introducción:

El título de este libro es ambiguo. «Filosofías del mundo» puede referirse a las filosofías cultivadas en las diversas partes del mundo, o significar en cambio algo así como «opiniones sobre el mundo», o teorías generales sobre «El Mundo». Mi intención es la de cubrir los dos sentidos.

Y en efecto este es un recorrido rápido, propio de las panorámicas, pero tiene la virtud incitadora que debería acompañar a este tipo de visiones de conjunto: la de invitar a la profundización en autores o tendencias y la de abrir horizontes a otros territorios filosóficos distintos del occidental, que no suelen recogerse en historias de la filosofía supuestamente generales, quizá por la nefasta afirmación de Husserl acerca de la inexistencia de una filosofía no occidental.

Este libro es un intento de cambiar esa tendencia y de equilibrar el estudio de las distintas tradiciones de la filosofía, de manera que sus manifestaciones orientales tengan el espacio que merecen.

Una introducción histórica es el adecuado subtítulo de un manual que compagina ámbitos geográficos y cronología, de forma que el resultado no es una mera suma ni un recorrido al uso por épocas y tradiciones.

Se trata de algo más interesante y exigente: de efectuar un rastreo agudo y documentado por ejes de pensamiento y temas que han sido objeto de la preocupación de los filósofos en las distintas tradiciones y épocas. De ese modo, Cooper detecta determinados ritmos que parecen apuntar ciertas tendencias pendulares articuladoras de la historia de las filosofías.

Así la tensión que preside la relación de hombre con la naturaleza, de la que escribe que a lo largo del tiempo se observa una oscilación constante entre aquellos filósofos que quisieran resolverla tratando de mostrar que somos, por así decirlo, más «semejantes al mundo de lo que a primera vista pudiera parecer, y aquellos que sostienen que el mundo tiene un carácter «más humano» de lo que aparenta. Los primeros suelen insistir en que, en ultimo término, los hombres no somos más que mecanismos físicos complicados, niegan que realmente poseamos una voluntad libre, o se empeñan en demostrar por otros medios que no somos muy diferentes de cualquier otra cosa. Los últimos pueden sostener que la naturaleza es, después de todo, «espiritual» y dotada de un propósito, o sostienen de otros modos que todas las otras cosas no difieren tanto de nosotros mismos. Lo que difícilmente hace un filósofo de la primera clase es ignorar esta tensión o permanecer indiferente ante ella. Los que, como Kant, han confesado su incapacidad de resolverla, lo han hecho con evidente disgusto o incluso con desesperación. En último término, si el poeta alemán Hölderlin llevaba razón al decir que es «divino y bueno» ser «uno» con el mundo, entonces el fracaso en resolver esta tensión no es simplemente una derrota intelectual, sino una tragedia humana.

Con ese hilo conductor el libro aborda en tres partes las Filosofías Antiguas, de India, China y Grecia; las Filosofías medievales, la evolución de la filosofía asiática y las Filosofías «Modernas», del Renacimiento a la Ilustración y en la última sección las Filosofías recientes, desde Kant hasta las filosofías recientes no-occidentales y las Filosofías occidentales del siglo XX.

Una exhaustiva bibliografía y un utilísimo índice analítico ponen el punto final a un manual que organiza su argumento en función de las respuestas, idealistas o materialistas, que dan los distintos sistemas filosóficos sobre la naturaleza y el hombre, sobre el conocimiento y el ser o sobre el lugar que ocupa el hombre en el mundo, entre la hermenéutica y la ética.

Luis E. Aldave