15/10/07

Zola y el impresionismo


Émile Zola.
La obra.
Traducción de José Ramón Monreal.
Prólogo de Ignacio Echevarría.
Grandes Clásicos Mondadori. Barcelona, 2007.


En su colección Grandes Clásicos, Mondadori publica La obra, una de las novelas de madurez de Zola, que la publicó en 1886, un año después de Germinal, como parte de la serie Los Rougon-Macquart.

Es la primera traducción al español de esta novela en la que se plantea la contradicción entre el arte y la vida, la responsabilidad del artista y el conflicto con sus límites creativos, como destaca Ignacio Echevarría en el esclarecedor prólogo que ha escrito para esta edición.

Zola ajusta cuentas con el arte y con su propio pasado y recuerda su amistad con Cézanne y los círculos impresionistas en la que parece ser la más autobiográfica de sus novelas. Un Zola convertido en el Pierre Sandoz de La obra toma como modelo para su protagonista, Claude Lantier, a su amigo Cézanne para construir una narración en la que proyecta sus recuerdos de infancia y juventud en Aix-en-Provence y su visión del impresionismo, que aparece no con ese rótulo, sino con el nombre de pintura al aire libre.

La descripción de ese ambiente y esos artistas provocó reacciones negativas en el mundillo artístico, reacciones que van de la turbación contenida de Monet al rechazo airado de otros pintores y críticos de arte.

A Cézanne le hirió mucho esta novela, que selló el final de su amistad con Zola. En ella, junto con el tema amoroso, la imagen central es la del genio enloquecido y devorado por su obra y por su voluntad de absoluto, un tema que había aparecido unas décadas antes en La obra maestra desconocida.

Como en la novela de Balzac, en la de Zola el artista enloquece y se suicida como consecuencia de su enfrentamiento con el mundo, con los límites de la realidad y la creación y su reto consigo mismo.

Sin embargo, a diferencia de la novela de Balzac, La obra no es un texto menor en el conjunto de la narrativa de Zola, que muestra aquí una de sus mejores virtudes: la intensidad plástica de su mirada y su capacidad para transmitirnos con enorme fuerza descriptiva el desigual conflicto entre el protagonista y el mundo.

De esas derrotas y de esos desequilibrios trata, en último extremo, toda la novela naturalista que fundó Zola e imitó la literatura europea de finales del XIX.

Santos Domínguez