2/11/07

Encuentro en el infinito


Klaus Mann.
Encuentro en el infinito.
Traducción de Heide Braun.
Epílogo de Fredric Kroll.
El Nadir. Valencia, 2007.

El Nadir publica por primera vez en español Encuentro en el infinito, de Klaus Mann, una novela muy visual, elaborada a base de secuencias que completan un mosaico representativo de una sociedad decadente, una obra coral habitada por personajes problemáticos y contradictorios que evidencian la crisis de un mundo.

Complementaria y contemporánea de algunos de sus mejores artículos, que publicó esta misma editorial en el volumen El condenado a vivir, el nazismo y la llegada de los bárbaros que quemaron la mayor parte de la primera edición de 1932 están en el fondo de esta novela que como sus artículos es, más que una mirada al pasado, un pronóstico lúcido y pesimista, una profecía del caos y de la guerra.

Algo de ese carácter profético tiene este Encuentro en el infinito en el que un suicidio en Niza parece anticipar el suicidio en Cannes de un Klaus Mann tan obsesionado aquí con su destino como en los artículos.

De todas sus novelas, esta es la que refleja con más claridad su estado de ánimo, su desasosiego en medio de aquellos preparativos de la catástrofe, su relación con las drogas y los círculos bohemios, su viaje por el norte de África contratado por una revista y su instalación definitiva en la Riviera francesa, donde escribe este Encuentro en el infinito bajo la influencia técnica y temática del Contrapunto de Huxley. Sus secuencias, que, como las líneas paralelas, se encuentran en el infinito, muestran la vida como en un mosaico en el que las existencias individuales forman parte de un conjunto que les da sentido.

Klaus Mann publicó esta novela a la vez que su primera autobiografía, Hijo de este tiempo. Diez años después, en Cambio de mundo, calificó este Encuentro en el infinito como una obra irresponsable y derrotista, porque asumía la situación sin un gesto de rebelión que su autor echaba de menos cuando la catástrofe se había consumado y él era una de sus víctimas más conocidas e irrecuperables.

Santos Domínguez