17/11/07

Ramón Gaya de viva voz


Ramón Gaya de viva voz.
Entrevistas (1977-1998).

Selección y presentación de Nigel Dennis.
Pre-Textos. Valencia, 2007.

A Ramón Gaya, un pintor que escribe, según se definía a sí mismo, dedica Pre-Textos una de las zonas más interesantes de su catálogo, desde el bellísimo Velázquez, pájaro solitario, a la edición de su obra completa.

Con selección y prólogo de Nigel Dennis y recordando el Juan Ramón Jiménez de viva voz de Juan Guerrero Ruiz, Pre-Textos publica este volumen que recoge veinticinco entrevistas a Ramón Gaya, un complemento a los cuatro tomos de sus obras completas.

Un premio, una exposición, un libro, la casualidad o la curiosidad son las excusas para las entrevistas y para evocar ahora la palabra viva de Ramón Gaya como destaca Nigel Dennis en su presentación.

A través de una enorme variedad de temas y enfoques, que van desde lo biográfico a Velázquez, pasando por la visión crítica de la vanguardia o un repaso a la literatura de la Edad de Plata, se entrecruzan vida y pensamiento en estas entrevistas que abundan en lo autobiográfico y en cierta manera llenan el hueco dejado por sus truncadas memorias (La vida entrecortada).

Memoria personal de Ramón Gaya y memoria colectiva del 27, el 36 y el exilio, expresadas en sus experiencias y en sus ideas sobre la pintura, la literatura y la creación. Porque siempre hay una vinculación ejemplar entre vida y obra, entre ética y estética en este Gaya oral que es complementario de sus textos ensayísticos. Así lo anuncia Dennis en su presentación:

No sería exagerado decir que en estos casos las reflexiones surgidas en el marco de una conversación vienen a complementar lo que dejó dicho en sus diversos ensayos. Es decir, que el lector atento sabrá reconocer enseguida que existe un vínculo inquebrantable entre lo escrito y lo hablado: todo brota de la misma fuente, de la misma inteligencia y sensibilidad, del mismo espíritu, en definitiva.

Ordenadas cronológicamente, casi todas estas entrevistas las revisó Gaya cuando se estaba preparando esta edición, consciente de que al publicarse en libro iban a convertirse en un tomo complementario, con insistencias, reafirmaciones o matices, de su obra publicada.

De las muy variadas entrevistas que se recogen en este volumen, nos gustaría destacar algunas:

Inédita, fundamental y de más de un centenar de páginas, la de Elena Aub traza su autobiografía artística, intelectual y literaria, con especial atención a su exilio mexicano.

Intensa y muy elaborada la de Juan Manuel Bonet, en la que Gaya habla entre otras cosas del envejecimiento rápido de las vanguardias frente al valor presente de Velázquez y Las Meninas (infinitamente más moderno que todo lo que acabo de ver en París).

La extensa y muy interesante que le hicieron para la revista Letras Tomás March, Santiago Muñoz y Luis Massoni.

La conversación profunda e inédita hasta ahora con Nigel Dennis en 1983. Y otras dos, las amplias y documentadas entrevistas abarcadoras de Trapiello en 1988 y la de Manuel Borrás y Arturo Ramoneda en 1992.

Otras, más circunstanciales, más improvisadas, completan la imagen viva de un Gaya que se entendió siempre mejor con los escritores que con los pintores y que deja aquí su ideario artístico y vital, su concepto del arte (para mí, el arte verdadero no es cultura, es naturaleza); su desinterés por la abstracción en pintura y por unas vanguardias anticuadas de las que salva a Picasso y a Klee como excepciones; sus ideas sobre la creación y la modernidad (Lo que no es tradición no es que sea plagio, es que no es absolutamente nada), o su admiración por Juan Ramón Jiménez, Velázquez, Mozart o Picasso.

Las opiniones de un pájaro solitario (No creo que el artista tenga que actuar dentro de un regimiento. Por eso las tendencias, los ismos, los movimientos, o como quieras llamarlos, no me interesan nada), sobre Juan Ramón Jiménez (descomunal), Machado (no es más que un poeta honrado, un poeta menor), Cernuda (una de esas personas que no crecen, que sólo crecen como poetas, pero no como personas), Picasso (la genialidad; no era genialidad artística, estética, sino viva), Stravinsky (un creador verdadero), Gómez de la Serna (un escritor espléndido), Solana (el mejor pintor moderno español), Alberti (un poeta vacío) o Caravaggio (un pintor muy mediocre).

O esta declaración, que resume los fundamentos de su concepción artística:

El artista es alguien de quien yo me fío poco, parece que tiene que ver más con lo decorativo, mientras que el creador es alguien que pretende darle caza a ese algo misterioso del espíritu que percibe, y le da cuerpo; entonces lo convierte en una escultura, en una sonata, o en un cuadro.


Santos Domínguez