3/9/08

Los trabajadores del mar


Victor Hugo.
Los trabajadores del mar.
Traducción de Eric Jalain.
Prólogo de Juan José Téllez.
El Olivo Azul. Sevilla, 2008.


La religión, la sociedad y la naturaleza: tales son las tres luchas del hombre. Estas tres luchas son al mismo tiempo sus tres necesidades; el hombre ha de creer, de ahí el templo; ha de crear, de ahí la ciudad; ha de vivir, de ahí el carro y el barco. Pero estas tres soluciones contienen tres guerras. La misteriosa dificultad de la vida deriva de las tres. El hombre se enfrenta a los obstáculos de la superstición, del prejuicio y de los elementos… En Nuestra Señora de París, el autor ha denunciado la primera; en Los miserables ha señalado la segunda; este libro trata de la tercera.

De esa manera justificaba Victor Hugo el sentido que tiene en el conjunto de su obra la escritura de Los trabajadores del mar, una novela escrita y ambientada en la isla de Guernesey, en el Canal de la Mancha, donde estuvo exiliado quince años. Allí había escrito Los miserables y allí escribió entre 1864 y 1865 esta novela que ahora rescata en una cuidada edición Narrativas del Olivo Azul.

Hugo cierra el ciclo de la trilogía narrativa con esta que es su última gran novela, una obra de transición entre el Romanticismo y el Realismo en la que se mantienen rasgos románticos, como la admiración hacia el solitario y el marginado o la visión de una naturaleza desatada, pero la documentación rigurosa, prolija y detallista, ha sustituido a la imaginación y a la evasión.

Habían pasado ya diez años de la publicación de Mme. Bovary y Hugo no podía ignorarlo al escribir esta novela sobre el mar, el ámbito que es también una metáfora de su literatura. En el museo que honra su memoria en la Plaza de los Vosgos –lo cuenta Vargas Llosa- se conserva un curioso sobre dirigido a “Mr. Victor Hugo. Océan.” Como es natural, aquella carta llegó a su destino, a aquel autor de una literatura que es un mar cambiante e inmenso, con tormentas y abismos y una fuerza sobrehumana.

Los trabajadores del mar es una novela de aventuras y de personajes de psicología bien trazada, centrada en la figura de un Gilliatt complejo, misterioso y taciturno, y en un Lethierry heterodoxo, anticlerical, irreverente y revolucionario en quien Hugo proyectó más de un rasgo autobiográfico. Pero, como en el resto de sus novelas, el personaje principal, el más visible, es el narrador omnisciente que se introduce en el relato para enjuiciar a los personajes o comentar los hechos.

La acción, los personajes complejos y admirables, como los protagonistas, o despreciables como Rantaine o Clubin, de la estirpe hipócrita de Yago; las descripciones de paisajes, barcos y naufragios; la lucha contra los elementos (el mar, los vientos, el abismo y las tormentas; la imagen de la bestia monstruosa en forma de pulpo) componen una novela de madurez, narrada con el vigor de la excelente prosa de Hugo y rematada con un final inesperado en el que el destino se impone a la secuencia lógica de las acciones.

Menos conocida que Nuestra Señora de París o Los miserables, en ella se reúnen los temas que eran centrales en esas dos obras mayores: la superstición ante lo diabólico y la crítica ácida o irónica de las injusticias y los prejuicios en una novela absorbente que parece presagiar en algunos momentos al mejor Conrad.

A propósito de Los miserables, escribía Vargas Llosa que la intención de Hugo no era escribir una novela de aventuras, sino un tratado religioso. De Los trabajadores del mar se puede decir que además de una novela de aventuras contiene un tratado de náutica y otro de historia natural.


Santos Domínguez