30/3/12

Nikolái Gumiliov. El tranvía extraviado


Nikolái Gumiliov.
El tranvía extraviado.
Edición de José Mateo
y Xènia Dyakonova.
Linteo. Orense, 2012.

Pocos meses después de la aparición de El diablo listo en Reino de Cordelia, aparece en Linteo El tranvía extraviado, otra antología de Nikolái Gumiliov (1886-1921).

Seleccionada, traducida y prologada por José Mateo y Xènia Dyakonova, es un espléndido recorrido por la obra de un poeta que fundó el movimiento acmeísta y formó parte del círculo poético de Anna Ajmátova -de quien fue efímero marido- y de Ósip Mandelshtam.

Menos conocido en el ámbito hispánico que ellos o que otros poetas de la edad de plata de la poesía rusa como Maiakovski, Pasternak o Marina Tsvetáieva, su poesía, heredera de las actitudes románticas, anclada a menudo en una actitud adolescente y proyectada en una constante voluntad de huida hacia lugares lejanos, fue prohibida por el régimen soviético tras su fusilamiento en 1921.

La superación del simbolismo y sus nieblas impresionistas, junto con la recuperación de referentes clásicos y de las propuestas parnasianas, caracteriza la poesía acmeísta y la obra de un poeta como Gumiliov, que halló en los viajes y en lugares como Egipto, Sudán, Somalia o Abisinia una fuente fundamental de inspiración poética y la raíz de la potencia plástica y sensorial de sus imágenes, como la de La jirafa, un poema de 1908 que podría haber firmado entre nosotros Rubén Darío:

Conozco los cuentos alegres de extraños países,
del joven guerrero y la chica, de amor y de furia…
pero con el tiempo te has hecho a una densa calígine:
no es fácil que creas en nada, si no es en la lluvia.

Y ¿cómo podría contarte un jardín tropical,
la palma sutil, el olor de una flor nunca vista?
No llores, escucha... muy lejos, a orillas del Chad,
hay una jirafa de gracia exquisita.

Esa voluntad evasiva atraviesa la poesía de Gumiliov durante toda su evolución (hay un relincho de caballos fieros,/y el alma, la más triste de los encarcelados,/así, ligera y libre, eleva el vuelo).

La antología toma su título -El tranvía extraviado- de un poema que escribió en 1921, el mismo año de su muerte, y al que pertenecen estas estrofas:

Tarde: hemos pasado hasta la última almena,
todo un palmeral se perdió a nuestro lado,
y a través del Neva, del Nilo y del Sena
por tres puentes nuestras ruedas han chirriado.

Surgió en la ventana, por sólo un momento,
mirando hacia dentro con un gesto huraño
un viejo mendigo —si no me lo invento—
aquel que murió en Beirut el pasado año.

¿En dónde me encuentro? Afligido, angustiado,
el corazón dice latiendo a raudales:
«Ves la estación donde se vende al contado
el billete a las Indias Espirituales».

Esta panorámica retrospectiva, que organiza los poemas en tres secciones y con un orden cronológico inverso a partir de su último libro, Columna de fuego, deberá contribuir a consolidar su nombre como uno de los referentes de la poesía rusa del siglo XX.

Santos Domínguez