11/4/12

El radicalismo olvidado de la Ilustración europea


Philipp Blom.
Gente peligrosa.
El radicalismo olvidado
de la Ilustración europea.

Anagrama. Barcelona, 2012.


El historiador alemán Philipp Blom vuelve sobre un asunto ya tratado en su magnífica Encyclopédie: la Ilustración. En Gente peligrosa, también publicada por Anagrama, se centra en la facción más radical y olvidada de quienes formaron parte de los llamados philosophes, los ateos, liderados por Diderot, y que una vez por semana durante varias décadas se reunieron en el salón de la casa del Barón d'Holbach, padre del ateísmo moderno.

El empeño explícito de Blom es alterar la jerarquía de los philosophes, actuando como valedor de Diderot y d'Holbach, en detrimento de figuras tradicionalmente mucho más valoradas como Voltaire y Rousseau. Aunque algunos de sus argumentos no parezcan muy convincentes (Diderot dedicó la mayor parte de sus esfuerzos creativos a la redacción y supervisión de la Enciclopedia; D'Holbach estaba lejos de ser un escritor ameno), otros argumentos no admiten duda, pues es cierto que ambos tuvieron que luchar contra la censura que les obligó a publicar los manifiestos ateos bajo pseudónimo y, en el caso de Diderot, un simple burgués, a andarse con mucho cuidado, pues ya en su juventud pasó meses en prisión y sólo la abandonó con la promesa de no volver a defender por escrito el ateísmo. D'Holbach y Helvétius publicaron su ateísmo, pero evitaron males mayores gracias a su posición social.

Quizás lo más interesante del libro es la descripción del ambiente del salón d'Holbach por el que pasaron personajes de la importancia de Rousseau, Beccaria, Adam Smith, Sterne o David Hume. Un salón en el que se discutía sobre la forma de un mundo sin Dios, y donde alrededor de la mesa del Barón se hablaba de una sociedad en la que mujeres y hombres ya no vivirían oprimidos por el miedo y la ignorancia que infundía la religión, y cada cual podría vivir su vida plenamente.

Para Blom la importancia filosófica de estos pensadores radicales, que recogieron la ideología atea de Epicuro, Lucrecio y Spinoza, fue luego despreciada por historiadores que prefirieron al místico Rousseau e incluso al deísta Voltaire, que no sólo creía en un Dios en su papel de Relojero Supremo, sino que no veía con malos ojos una religión que sirviese para mantener a los pobres conformes con su miserable destino.

Así, según Blom, en el Olimpo de los philosophes, la importancia de cada cual se adjudicó no por su valía como pensadores, sino en función de su postura ante la religión. Gente peligrosa es una apología sin complejos de estos ilustrados radicales cuyas ideas Blom considera más útiles para nuestro confuso mundo actual.

Un mundo actual en el que Blom descubre durante sus investigaciones en París, que los párrocos de la iglesia de Saint-Roch, donde yacen los restos de Diderot y d'Holbach, fingen ignorar quiénes fueron estos personajes, quizás en venganza por tener que oficiar sus arcanas ceremonias en tan peligrosa compañía.


Jesús Tapia