24/9/12

Scott Fitzgerald. Mi ciudad perdida


Francis Scott Fitzgerald.
Mi ciudad perdida.
Edición y traducción
de Yolanda Morató.
Zut ediciones. Málaga, 2011.

Todo se ha perdido salvo el recuerdo, escribe Francis Scott Fitzgerald en el artículo del que toma su título la espléndida reunión de textos autobiográficos del autor norteamericano que integran el volumen Mi ciudad perdida, que publica Zut ediciones con traducción y prólogo de Yolanda Morató.

Es un conjunto de dieciocho textos que el novelista publicó entre 1920 y 1940 en revistas de la época, en dos décadas cruciales en su trayectoria narrativa.

En una carta a su editor, el 2 de abril de 1936, el autor de El gran Gatsby le proponía una edición en libro de este conjunto de artículos. No debió de ser muy convincente, porque ese volumen –que ahora se traduce por primera vez al español- no apareció en vida de Scott Fitzgerald, que murió en 1940 sin verlo publicado, aunque dejó ordenados sus textos y listos para su edición.

Entre el boom y el gloom titula Yolanda Morató un prólogo en el que resalta las líneas que comunican estos textos ensayísticos que trazan la autobiografía literaria de Scott Fitgerald con su escritura narrativa. Autobiografía personal y generacional, crítica social y literaria conviven en estos artículos que no fueron solo un medio de supervivencia en tiempos de escasez económica, sino el reflejo de la quiebra múltiple –sociocultural, moral y económica- de la que fue testigo y víctima.

Entre el boom del éxito literario y social, la prosperidad y los artículos bien pagados y el gloom del fracaso y del pesimismo se mueven las obras narrativas de Scott Fitgerald y estos textos en los que habla con distancia crítica del mundo de los ricos y el dinero, describe con agudeza meticulosa los tiempos de escasez y de abundancia, escribe con lucidez sobre la juventud y el paso del tiempo y une el pasado y el futuro en el presente de la escritura que le permite por ejemplo hacer su autobiografía irónica a través de los licores que bebió en cada momento o de los hoteles en los que se alojó con Zelda Sayre.

En conjunto trazan la crónica de una derrota anunciada, resumen la asimilación de un fracaso cada vez más intenso y sobre todo son el envés de la trama que teje en sus novelas y en sus cuentos quien en alguna ocasión confesó no ssber si era un personaje más de sus relatos.

Y por eso, inevitable y felizmente, muchos de ellos tienen un admirable tono narrativo en la evocación de los altibajos vitales de los que se nutrió su obra de creación: su trayectoria literaria, su experiencia de la universidad en Princeton, la génesis de libros como A este lado del paraíso, la estancia en la Costa Azul o la evocación de su amigo Ring Lardner, en la que parece estar hablando de sí mismo, o la caracterización de su época -la edad del jazz- y de su generación son algunos de los ejes de un libro que, como toda su obra, podría resumirse en la frase de uno de estos textos: la vida entera es un proceso de quiebra.

Santos Domínguez