31/12/12

Los miserables


Victor Hugo.
Los miserables.
Traducción de 
Nemesio Fernández Cuesta.
Edición y notas de José Luis Gómez.
Introducción de Alain Verjat.
Austral. Barcelona, 2012.

Siglo y medio después de su primera edición en 1862, Los miserables vuelve al primer plano de la actualidad con el estreno reciente de una esperada versión cinematográfica dirigida por Tom Hooper (El discurso del rey) e interpretada por Anne Hathaway, Hugh Jackman y Russell Crowe. De hecho, para la portada de esta reedición en Austral se ha elegido el cartel de la película con la magnífica fotografía de Amanda Seyfried que encarna a Cosette.

Es una buena ocasión para volver a este novelón irrepetible y visitable que nunca ha pasado de moda y ha generado secuelas tan memorables como el famoso musical de Boublil y Schönberg, porque como en todos los clásicos en Los miserables cabe el mundo y vive nuestro tiempo en un espacio literario y moral alejado de la liviandad de la literatura ligera y el pensamiento blando.

Fantine, Cosette, Jean Valjean, Javert, Myriel o Marius, por encima de su condición romántica, son personajes intemporales, actores de una trama que es una defensa de la dignidad frente al infortunio. En ellos habitan el arrepentimiento y la injusticia, la maldad y el heroísmo, el encarnizamiento y la piedad, el desamparo y la esperanza.

"Este libro -le escribía Hugo a su editor- es la historia mezclada con el drama, es el siglo, es un espejo amplio que refleja al género humano en un momento concreto de su existencia. Novela por supuesto, pero también es Historia."

Los miserables, añade Alain Verjat en la certera introducción al texto, es "historia de los  acontecimientos que cambian la faz del mundo (Waterloo), historia social (retrato del gran burgués), historia de las mentalidades. Sin olvidar, ya que de Victor Hugo se trata, la dimensión poética, el aliento épico que insufla a la mayoría de sus capítulos.”

Desde su anterior novela, Nuestra Señora de París, habían pasado más de treinta años en los que la novela fue tomando cuerpo y Hugo cogió frecuentes apuntes en las prisiones y conoció al obispo de Grasse que inspiró la figura del admirable obispo de Digne.

De ese lento proceso de gestación nació esta novela monumental que tuvo un enorme éxito y una muy mala recepción crítica en la prensa conservadora, que detectó el peligro de su mensaje social reivindicativo. "El señor Hugo -escribía uno de aquellos detractores de Los miserables- no ha hecho un tratado socialista, ha hecho algo más peligroso todavía: ha puesto la reforma social en novela."

Baudelaire, sin embargo, se quedaba con su arquitectura poemática y con la condición épica de un conjunto cuya columna vertebral es Jean Valjean, el hilo conductor que enhebra la trama y hace aparecer a muchos otros personajes, a veces poco matizados, pero siempre potentes como Javert, que componen un fresco inolvidable desde su altura de personajes de tragedia griega o de estatuas de un monumental conjunto escultórico.

Santos Domínguez