3/12/12

Luis Landero. Absolución


Luis Landero.
Absolución.
Tusquets. Barcelona, 2012.

¿Será posible que, al fin, hayas logrado ser feliz?, piensa mientras se afeita y observa en el espejo su cara radiante de felicidad.

Así comienza Absolución, la última novela de Luis Landero, que publica Tusquets Editores.

Quien medita es Lino, el protagonista reconciliado con un mundo azaroso y con una realidad contingente cuyo sentido parece quedar determinado por detalles triviales, por incidentes nimios que producen cambios decisivos en su vida.

Porque en Absolución, como en otras novelas de Luis Landero, medio huevo cocido, una riña callejera o unos tomates de Almería contaminados pueden alterar el orden previsto de las cosas y plantear un conflicto entre el personaje problemático y el mundo inhóspito. Ese es el conflicto que está en el fondo de la novela clásica, que trata de una criatura arrojada en medio del mundo y en mitad del tiempo, en un entramado constante de pasado, presente y futuro, de ilusiones y desengaños, de esperanzas y decepciones que son el eje de la novela moderna desde el Quijote.

¿Por qué la vida era así de rara, de arbitraria, de inhóspita?, se pregunta el protagonista de Absolución. Y esa interrogación resume el sentido no solo de esta obra, sino de una línea fundamental de la novela española desde Cervantes hasta Landero pasando por Galdós o Baroja.

La culpa y la felicidad, la indagación sobre la vida y la búsqueda de sentido, la insatisfacción y la huida de la realidad conviven en la figura de un protagonista que hace recuento de su vida e inconfundiblemente forma parte del universo literario del autor de Juegos de la edad tardía:

¿Por qué huía de los sitios –se pregunta Lino en pleno recuento-, por qué de pronto necesitaba estar en otra parte, donde no lo conocieran y pudiera pasar inadvertido, libre de obligaciones y reproches?

Perplejo y desorientado, entre la abulia y la fuga, en constante búsqueda de la felicidad, Lino es un personaje formado en el tedio y en la huida que busca su lugar en el mundo. Todo había comenzado con el final feliz provisional de la primera frase, con ese personaje reconciliado con el pasado, pero expuesto a un futuro incierto y acechante que hace acto de presencia –se hace presente- al comienzo de la segunda parte, como un presagio turbio, como una nube oscura:

Y también ahora, como entonces, en rara sintonía con la naturaleza, todo invita a reconstruir la vida sobre las ruinas de un pasado ya muerto. Y diría que es del todo feliz si no fuese porque de vez en cuando un pensamiento fugaz, indescifrable, viene a turbar su dicha.

Y así, tras un imprevisto incidente callejero, todo volverá a cambiar para Lino, alterará su lugar en el mundo y a partir de entonces, huyendo de un crimen o de un matrimonio inminente, buscará su propia absolución con una vida peregrina que se justifica en el azar quijotesco de un camino sin rumbo en que se irá cruzando con todo tipo de personajes.

Una galería espectacular de personajes comparte el camino con el protagonista esquivo y nómada: el imprevisible padre de Lino; el señor Levin, inolvidable y creciente en interés a medida que avanza la novela; Clara, la novia imaginativa y sorprendente; el viajante Gálvez y su doble vida de cazador furtivo de cangrejos de río; Olmedo, un náufrago estable cerca del Duero, un Robinson hablador en medio del campo castellano.

Con la agilidad narrativa que es característica de Landero desde su primera novela y con una equilibrada estructura que articula el relato en tres partes alrededor de un jueves de mayo, Absolución es –como toda novela consistente- una indagación en la vida desde la insatisfacción y la duda, desde la confluencia de la libertad y el destino, el azar y la necesidad, la realidad y el deseo.


Santos Domínguez