4/3/15

La vorágine


José Eustasio Rivera.
La vorágine.
Drácena Ediciones. Madrid, 2015.


Entre un inicio inquietante -Antes que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi corazón al azar y me lo ganó la Violencia- y un final definitivo -Ni rastro de ellos. ¡Los devoró la selva!- transcurren las páginas de La vorágine,  una novela portentosa que José Eustasio Rivera publicó en 1924 y que acaba de reeditar Drácena Ediciones.

Organizada en torno a la figura del narrador protagonista Arturo Cova, La vorágine reúne alrededor de ese centro una serie de historias dispersas en una estructura tan enmarañada como la vegetación de la selva que se levanta como una “catedral de la pesadumbre” sobre el silencio, la niebla y la soledad.

Es el infierno verde de una naturaleza inquietante y alucinatoria que enloquece a los hombres y los convierte en seres atormentados o enfermos. Una naturaleza telúrica que combina la belleza sobrehumana y la destrucción en esta novela angustiosa y fascinante que resume el espíritu de la selva.

Explotadores y explotados, verdugos y víctimas acaban siendo devorados por la fuerza incontenible de una naturaleza explosiva y desbordante en una novela precursora de Los pasos perdidos de Carpentier no sólo por su tema, sino por la altísima calidad de su prosa. 

Entre lo sentimental y lo policiaco, entre el campo y la ciudad, entre el Orinoco y el Amazonas, entre una mirada naturalista y una prosa modernista, entre el costumbrismo rural y la denuncia de la violencia social de la miseria y la explotación, Rivera construyó una novela irrepetible y plural, una narración torrencial en la que acaba triunfando la ley del más fuerte y la fuerza destructiva de una selva fuera del control humano.

Sobre ese telón de fondo de la selva homicida que acaba viniendo al primer plano y al centro de la novela, el lector asiste a la degradación del protagonista, que se va asilvestrando contagiado por una naturaleza violenta que se puede entender como una metáfora de la realidad social y política latinoamericana.

Una obra imprescindible en la literatura hispanoamericana del siglo XX, que cerca ya de cumplir cien años no ha perdido actualidad ni ha envejecido estilísticamente.

Santos Domínguez