3/10/16

Perro. Vida de Rainer María Rilke


Albert Roig.
Perro. 
Vida de Rainer María Rilke
Traducción de Antoni Cardona Castellà. 
Galaxia Gutenberg. Barcelona, 2016. 


¿Puedes calibrar conmigo la maravilla de “comprender” así a un perro que pasa (...), penetrar en el mismísimo centro del perro, en ese centro que lo ha hecho tal, en ese lugar de su interior en donde Dios habría podido sentarse, una vez terminado el perro, para descubrir sus primeras perplejidades, sus primeros hallazgos, asegurarse de que lo ha logrado, de que no le falta nada, de que no se podría haber hecho mejor... Podemos permanecer un momento en el centro del perro, a condición de estar en guardia y de saltar afuera antes de que su mundo no se vuelva a cerrar sobre nosotros; en caso contrario seríamos un perro en el perro, desaprovechados para todo lo demás, escribía Rilke el 17 de febrero de 1914 en una carta desde París a Magda von Hattinberg.

En esas palabras residen algunas claves fundamentales de la obra de Rilke y de la mirada del poeta al mundo. Y de ellas toma su título chocante la peculiar biografía de Rilke, tan intensa como inusual en su nada complaciente perspectiva crítica, que Albert Roig ha construido en Perro. Vida de Rainer María Rilke, que publica Galaxia Gutenberg con traducción de Antoni Cardona Castellà. 

Esa carta y la actitud sumisa que el poeta tuvo ante los poderosos y las mujeres que lo protegieron explican la persistencia de ese símbolo zoológico y doméstico en la vida y la obra de Rilke hasta convertirse en un emblema  porque la riqueza le interesaba y no le interesaba. Y la nobleza, la veneraba, para él la práctica de la poesía era una transfusión de sangre azul. Pretendía, así, ennoblecer su destino, de poeta y para Rilke amar a una mujer era escribirle cartas y más cartas y enviarle ramos y más ramos de rosas. Nadie ha escrito tantas cartas sobre la poesía y la vida y sobre el amor y la rosa y tantos inocuos cantos de amor, de antes del amor, como Rainer Maria Rilke. Fue rico en promesas. Y tal vez fuera el amante más fraudulento, acorazado tras la mentira del amor «heroico» de la mujer, el amor no posesivo /.../ Seguía por las calles a las mujeres bonitas con un ramo de rosas blancas en las manos, tierno y tembloroso como una hoja joven, y ellas reían, sabían que aquel hombre era el poeta Rainer Maria Rilke y que era dulce e indefenso, como un perrito sin collar, y se hacían amigas suyas, amigas blancas.

Y además, y eso explica la elección de la fotografía de portada, fue un niño desgraciado, hijo único, delgado, y muy nervioso, se consumía encerrado a solas en un piso triste. Su infancia no fue una infancia vivida sino soñada. En un retrato, es una criatura de cuatro años, viste falda, faralaes y cintas, a su lado hay un perrito faldero, dulce. Él decía que se adentraba en aquel perrito, es el niño solitario y enfermizo que vive enterrado en las bestias y en las cosas.

Esa mirada hacia el interior del personaje orienta esta biografía arriesgada y profunda que integra una variada documentación de fuentes primarias (poesía, relatos, cartas, fotografías) e imaginación creadora en un relato que convoca voces diversas y miradas cruzadas en torno a la figura de Rilke y al lugar donde se cruzan su vida y su poesía.

Una construcción crítica en la que Roig combina la interpretación y la  integración  de materiales muy diversos para articular una biografía heterodoxa e intensa, sorprendente y arriesgada de quien era dulce e indefenso como un perrito sin collar.

A pesar de que en ellas a veces el sarcasmo demoledor puede más que la ironía distante, estas páginas transmiten una sensación de realidad verosímil más aceptable en el fondo que alguna biografía hagiográfica de tan admirativa.

Perro traza la imagen en claroscuro de un letraherido pulcrisimo que siempre está despidiéndose de las mujeres a las que no puede amar: Ahora publican que todas lo veneraban; las mataba a todas, a las telefonistas de los hoteles, a las pintoras, a las actrices más bonitas, a las baronesas más picantes. Sólo una mujer sufrida y con carencias, como su esposa, Clara, o desesperada e histérica, como madame Albert o madame Klossowska, o una tuberculosa ucraniana que erraba por el mundo sin un céntimo en el bolsillo, o la veneciana más ingenua podían desear y podían soportar a este hombre caprichoso y volátil, deprimente y huraño, tacaño y vil. Lou Andreas-Salomé y Magda von Hattingberg se libraron de él a la primera ocasión.

Escrita con la fluidez narrativa de una novela, Perro ahonda, con un rastreo minucioso de la biografía de Rilke, en las luces y las sombras del personaje y en su plan calculado para construir su leyenda patética y su aura de misterio con máscaras que apuntan a un mismo centro y ocultan el núcleo vacío de quien va siempre en huida: de Múnich a un París angustioso, del Toledo del Greco a Capri, a la Selva Negra, a Venecia o a la torre de Muzot.

A partir de sus hospedajes frecuentes, de su relación peculiar con las mujeres, de las enfermedades y la búsqueda de protección de hombres poderosos o de laristócratas adineradas que lo admiran tanto como Marie von Thurn und Taxis, Roig propone también una antología esencial con muestras de algunos de los textos fundamentales de Rilke en sus distintas versiones al español. 

Santos Domínguez