26/10/16

Plotino o la simplicidad de la mirada


Pierre Hadot.
Plotino o la simplicidad de la mirada.
Traducción de Maite Solana.
Alpha Decay. Barcelona, 2004.

“Los libros  sobre filósofos suelen adoptar dos formas: o son una exposición de las doctrinas del filósofo, una reconstrucción de su sistema conceptual, o una biografía tradicional que contiene los pormenores de su vida e intenta atrapar la individualidad psicológica. El libro de Pierre Hadot no es doctrinal ni psicológico; en realidad es un auténtico retrato filosófico, la biografía como filosofía, un género muy vivo en el mundo antiguo. Hadot describe la vida de Plotino como ejemplificación de su filosofía: su vida como expresión de su filosofía, su filosofía como modo de vida”, escribe Arnold I. Davidson en el prólogo de la edición española de Plotino o la simplicidad de la mirada, publicado en AlphaDecay con traducción de Maite Solana.

Es la biografía espiritual de quien hizo de la filosofía una forma de ser y de estar en el mundo, “un arte de vivir”, en palabras de Hadot, que añade:“trazar el retrato de Plotino, ¿qué otra cosa será sino hacer la descripción de esta búsqueda infinita de lo absolutamente simple?”

Ese es el centro de su filosofía: un constante ejercicio de depuración que anticipa la práctica de la vía purgativa de los místicos, un proceso de elevación espiritual y un camino de perfección en que se funden vida y filosofía.

En coherencia con la obra de Plotino, esta biografía espiritual integra también ejemplarmente esos dos planos, el de la existencia y el de la filosofía, para completar un retrato del hombre y del pensamiento de un filósofo que “sólo tiene una cosa que decir. Para decirla recurre a todas las posibilidades del lenguaje de su época, aunque él nunca la dirá.”

Un retrato lleno de incertidumbres, porque “nuestra ignorancia acerca de la vida del individuo Plotino y nuestras incertidumbres sobre la obra del individuo Plotino responden al deseo profundo del individuo Plotino, el único deseo en el que se habría reconocido, el único deseo que lo define, el de no seguir siendo Plotino, el de perderse en la contemplación y en el éxtasis.”

Heredero de un platonismo difuso, antagonista de los gnósticos, Plotino buscó la esencia espiritual de un yo profundo. Y en ese procesó propugnó el abandono de lo material, pero también de lo individual de la experiencia, el deseo o el sufrimiento en busca del verdadero yo, que no es de este mundo, la búsqueda de la luz, de un conocimiento superior a través del pensamiento puro que lo eleva en un proceso extático desde el exilio del cuerpo, cárcel o tumba.

Es la experiencia mística que toma conciencia de un yo interior y profundo en un lenguaje de raíz platónica. Un viaje espiritual que en la literatura española asumió y expresó en términos muy parecidos Fray Luis de León en algunos poemas que tienen como centro el proceso en el que el alma toma conciencia de sí misma en un característico movimiento de vaivén, de tensión constante  entre la presencia y la ausencia, entre la elevación y la caída.

Ese contraste sostenido entre lo material y lo espiritual, entre el mundo sensible y el mundo de las Formas opera también como rasgo constitutivo de la vida interior en Plotino, que formuló esta pregunta que podría haber escrito Fray Luis: “¿Por qué, entonces, no quedarse allí arriba?”

Esa intensa meditación ascética en la que la vida se concibe como contemplación y como aspiración a la visión de la Belleza le llevará a asumir la convivencia en el hombre de lo alto y lo bajo, porque “nunca será –dice Hadot- ni puro éxtasis ni pura razón ni pura animalidad”, sino una realidad dividida en múltiples niveles.

Y aun asumiendo esos límites, la de Plotino es una espiritualidad “esencialmente luminosa y serena” y por eso “la experiencia plotiniana se expresa constantemente en términos de luz, brillo, transparencia, claridad, iluminación. ¿Es preciso concluir que ignora las tinieblas y las noches del espíritu que caracterizan la mística cristiana?”, añade Hadot, que termina su ensayo con este párrafo en el que reinvindica la actualidad de la filosofía de Plotino:

“El hombre moderno todavía está más dividido en su interior que el hombre plotiniano. Sin embargo, puede escuchar la llamada de Plotino. No para repetir de manera servil, en pleno siglo XX, el itinerario espiritual que describen las Enéadas. Tal cosa sería imposible o ilusoria. Pero sí para aceptar, con el mismo coraje que Plotino, todas las dimensiones de la experiencia humana y todo lo que ésta comporta de misterioso, innegable y trascendente.”

Santos Domínguez